miércoles, 30 de enero de 2008

Los “expertos” echan más leña al fuego

Muchas parejas recurren a consejeros matrimoniales y terapeutas o a libros escritos por autoridades en la materia cuando surgen dificultades en su matrimonio. Pero, lamentablemente, algunos "expertos" modernos han demostrado ser más hábiles en fomentar el divorcio que en conservar el matrimonio. En las últimas décadas se han oído infinidad de opiniones "expertas" en contra del matrimonio.

Tal es el caso de las psicoterapeutas Susan Gettleman y Janet Markowitz. En su libro The Courage to Divorce (El valor de divorciarse) se lamentan: "Persiste la creencia irracional de que los divorciados se han desviado de una entidad beneficiosa llamada ‘vida de familia normal’". Critican las "barreras legales y los valores morales" que se oponen al divorcio y que se "basan en principios religiosos que se originaron hace siglos". Sostienen que el divorcio seguirá existiendo hasta que el "matrimonio caiga poco a poco en desuso" y el divorcio sea "innecesario". Las autoras del libro recomiendan su lectura a abogados, jueces y hasta clérigos.

"El divorcio no es malo. El divorcio libera. El aumento en el número de divorcios no indica que algo vaya mal en la sociedad; es una señal de que algo va mal en la institución del matrimonio." No son pocos los "expertos" que han enseñado este punto de vista, en especial durante el apogeo de la revolución sexual de las décadas de los sesenta y setenta. Más recientemente, algunos psicólogos y antropólogos populares incluso han llegado a especular que el hombre está "programado" —por la evolución, nada menos— para cambiar de pareja cada pocos años. En otras palabras, las aventuras extramaritales y los divorcios son algo natural.

Cuesta imaginar la cantidad de matrimonios que han sufrido las consecuencias de semejantes ideas. Muchos otros expertos fomentan el divorcio de maneras más sutiles. Mientras Diane Medved documentaba su libro The Case Against Divorce (Proceso contra el divorcio), encontró en la biblioteca de su localidad unos cincuenta libros que si no fomentaban directamente el divorcio, por lo menos servían para ‘animar a los lectores a seguir con sus trámites de divorcio’. Ella dice: "Estos libros te allanan el camino para que entres en el mundo de los solteros y pregonan tu ‘nueva libertad’ como si [...] fuese la clave para sentirse realizado".

Otras influencias
Por supuesto, hay muchas otras influencias que promueven el divorcio además de esos "expertos" mal encaminados. Los medios de comunicación —televisión, películas, revistas y novelas románticas— con frecuencia se suman al continuo ataque propagandístico contra el matrimonio. A veces transmiten la idea de que fuera de la aburrida monotonía de la convivencia matrimonial hay una vida emocionante y llena de frenesí en la que las personas se sienten realizadas, y que tras un fantástico período de independencia y libertad, nos aguarda otro cónyuge, muy superior al que tenemos en casa.

Hay que reconocer que para protegerse de tales ideas dañinas, no basta con verlas con escepticismo. Diane Medved explica: "Cuando se ve una película, se cae en su poder, aun siendo muy inteligente. Es inevitable; el argumento y la interacción se han preparado de forma que el espectador sienta simpatía por el personaje principal (¿el marido conquistador?) y antipatía por el malo de la película (¿la esposa gruñona?). [...] Puede que usted no apruebe lo que ve, pero el simple hecho de saber que otros sí lo aprueban —y eso está corroborado de un sinfín de maneras dentro de nuestra cultura— socava la determinación y la seguridad".